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Día del Abogado

El 29 de agosto de 1810, a pocos meses de sucedida la Revolución de Mayo, nacía en San Miguel de Tucumán, Juan Bautista Alberdi, destacado jurista, político, diplomático y escritor argentino.

Alberdi fue autor de "Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina", considerado como el texto base de lo que sería nuestra Constitución Nacional de 1853. Por esta razón, Alberdi es considerado como el padre de la Constitución Argentina.

En conmemoración de la fecha de su nacimiento, en el año 1958, la Junta de gobierno de la Federación Argentina de Colegios de Abogados, dispuso que el 29 de agosto se celebre el Día del Abogado en la Argentina.

Aprovechando la celebración, quisimos conocer las razones que impulsaron a los profesionales de hoy a elegir la abogacía como carrera.

¿Por qué elegiste ser abogado?

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Alan Arntsen / Socio en Pérez Alati, Grondona, Benites & Arntsen

En segundo año del bachillerato quería ser un químico (experimentar en un laboratorio), mi padre obviamente me aclaró “supongo que dirás un Ingeniero Químico”. De esa etapa pase a querer ser un conductor de orquesta sinfónica. Si bien cantaba en el coro me di cuenta que tenía que saber mucho más de música. Dado mi fascinación con la historia encaré para el lado de las ciencias políticas, luego diplomático y finalmente actor (estudiando en Londres). Mi padre me dijo: “el derecho te da la posibilidad de trabajar en muchas áreas”. Como era parecido a la diplomacia me dije estudio derecho y luego me dedico a la actuación. Terminé en Inglaterra, pero estudiando en un posgrado de derecho y encantándome con todas las facetas de la disciplina en especial temas internacionales. A mi vuelta perdí parte de la escuela de aprendizaje en el litigio, pero pude recuperar en otras áreas y lo que es más importante desarrollar una carrera con las más variadas facetas ayudando a clientes en llevar a cabo sus negocios.

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Alejandro Becerra / Socio en Becerra Abogados

Cuando era chico en mi casa se acostumbraba a conversar sobre casos penales. Mi padre era Camarista y era natural que se debatieran los asuntos. Me familiaricé con la idea de defender una hipótesis: ya sea del lado del acusador, como del defensor. Y me parecía apasionante que la solución pueda llegar de la mano del buen trabajo de un abogado.

Siempre me entusiasmó la idea de que el esfuerzo y los conocimientos aplicados a un caso en concreto, puedan ser útiles para ayudar a una persona o a una organización, que deposita su confianza en uno, en especial cuando se trata de temas sensibles. Siempre entendí a la abogacía como una herramienta para resolver problemas. Por eso, la responsabilidad de asumir una obligación y la satisfacción de lograr objetivos importantes para tu cliente, le dan sentido a la profesión.

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Victoria Bengochea / Socia en MBP Partners

Lo bueno de esta pregunta es que no tiene una sola respuestas ya que, la elección de ser abogada, es diaria. La primera vez que lo elegí, tenía 17 años y me embarqué en la facultad. En ese momento pensaba en que ser abogado me permitiría trabajar por los derechos humanos y un mundo mejor para todos, me gustaba mucho el preámbulo de la Constitución Nacional, sobre todo la parte que dice “para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”. Me parecía potente, inspirador, poderoso e infinito.

Esta es una carrera generosa, con múltiples caminos posibles, y que se construye de lo que uno escoge y de lo que a uno le toca. Hoy elijo ser abogada porque me divierto mucho, es desafiante y puedo trabajar por un mundo mejor desde distintos lugares.

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Alberto Berton Moreno / Socio Berton Moreno | IP Law

A los 17/18 años era muy difícil tener en claro la carrera a seguir. Tampoco existia la cantidad de opciones que hay hoy en día. Me atraía la carrera de arquitectura por un lado, pero también había un fuerte peso del mandato familiar. Lo primero que me atrapó fueron las charlas de sobremesa entre mi padre y mi abuelo, ambos abogados. Mi abuelo, socio fundador de un importante estudio dedicado a propiedad intelectual, del cual mi padre tambien era socio. Ahí empecé a  entrar al mundo de las marcas y patentes y a decidirme a arrancar esta aventura. Hasta novia conocí en la facultad!!, hoy casados hace 27 años y con 4 hijos.

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Diego Boltri / Socio en Alchouron, Berisso, Balconi, Fernández Pelayo & Werner

Porque soy un idealista (risas)! Siendo hijo de inmigrantes italianos que llegaron al país en la década del 50, creo que su anhelo de progreso, justicia y de un mundo mejor están programados de alguna manera en mi ADN. Por otra parte, las  experiencias personales (especialmente de la infancia) nos marcan y condicionan fuertemente, y es así que habiendo tenido la experiencia de vivir durante la década de los 80 en otro país (Alemania), con una cultura muy distinta a la nuestra, también influyó positivamente en forjar mis ideales y desarrollar una vocación de justicia y de servicio al prójimo.

A partir de allí, soñar con convertirme en abogado para intentar transformar la realidad de las personas y ser un facilitador en la solución de sus conflictos, fue la decisión obvia.

Hoy más que nunca siento que -como abogados- debemos asumir mayor protagonismo y luchar para que nuestra sociedad recupere aquellos valores y principios que inspiraron a nuestros antepasados, como la justicia, libertad, honestidad, responsabilidad, solidaridad e integridad, entre otros.

Al mismo tiempo, gracias a los increíbles avances tecnológicos, hoy somos testigos de un cambio de paradigma que está atravesando nuestra profesión, lo cual me interpela en lo personal para poner mi granito de arena y ayudar a redefinir los servicios legales, intentando desarrollar soluciones creativas e innovadoras que revolucionen nuestra profesión. En fin, ser abogado hoy representa para mí un desafío apasionante!

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Santiago Carregal / Chairman de Marval O’Farrell Mairal

Cuando estaba en el cuarto año de secundaria (en la época que eran solo 5 años), me puse a pensar a qué me iba a dedicar. Siempre había sido muy buen alumno, me encantaba la historia y escribir, era un lector voraz y mi padre era abogado y socio fundador de un estudio importante en ese momento (Carregal & Funes de Rioja). Todo indicaba que estudiaría Derecho. Pero la rebeldía de la edad y mi fascinación por la vida al aire libre y la naturaleza me habían puesto en la cabeza que mi destino era vivir y trabajar junto al mar. Estuve entre 6 y 8 meses viendo opciones: entrenar orcas y delfines, trabajar en el puerto y ‒ a sugerencia de mi padre ‒ ser encargado de un faro. Nada me convencía cuando proyectaba una vida dedicándome a esas actividades, por lo cual mis padres me sugirieron que estudiara Derecho hasta tanto definiera lo que quería hacer. 

Así fue que ingresé a la Universidad de Buenos Aires. Durante el primer año, las materias me resultaron aburridas y no estaba enganchado. Pero, ya en el segundo año, con la materia Obligaciones, Filosofía del Derecho y Derecho Penal, me empecé a imaginar siendo abogado y me encantó la idea. Fue entonces cuando mi padre me regaló una copia de Los mandamientos del abogado, de Couture, que puse debajo del vidrio de mi escritorio y que miré de reojo durante toda la carrera.

Mi amor por el derecho no fue a primera vista, sino fruto de un lento paladeo que crecía a medida que iba descubriendo las sutilezas de las normas y su aplicación práctica a las situaciones concretas del quehacer cotidiano de una sociedad. También ayudó mucho el haber trabajado durante toda la carrera en el estudio de mi padre, primero procurando expedientes y en los últimos años redactando escritos y memorándums para otros abogados del estudio, lo que fue haciendo crecer mi gusto y compromiso por el rol del abogado como garante del acceso a la justicia de los ciudadanos y de la ética en el ejercicio profesional.        

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Agustín Cerolini / Socio en Cerolini & Ferrari

De muy chico sentí que esta era mi vocación. La profesión me atrapó desde pequeño, porque mis padres son abogados y constantemente estuve cerca de ella. Luego, la terminé eligiendo porque para mí, la abogacía es una extraordinaria y apasionante herramienta de vida; como ese instrumento de cambio y transformación social que te permite ayudar y trabajar en lo que te proponés. Desde el primer momento viví la abogacía, en un sentido amplio; como un medio para la libertad y para entender en profundidad las reglas básicas de la sociedad en la que me tocó vivir. Para mí, estudiar abogacía fue una de esas decisiones de las que nunca dudé mucho y que hoy, reafirmo más que nunca.

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Luis Denuble / Socio en Denuble Law PLLC

Creo que gran parte de las personas que elegimos esta profesión tiene su razón de ser en que no toleramos la injusticia o al menos, no podemos permanecer indiferentes a ella. Mi caso no es distinto.

Mas allá de que el estudio del Derecho y el ejercicio de la profesión tanto en Argentina como en Estados Unidos me ha dado muchas alegrías a nivel académico y laboral, una de las mayores satisfacciones en lo personal/profesional que hizo realidad el motivo de aquella elección, es haber integrado el equipo de trabajo del Dr. Emilio Bulló, en la creación del Consultorio Jurídico de la Parroquia del Patrocinio de San José. También en New York, he tenido la suerte de asistir a quienes el sistema legal les ha dado la espalda.  

En definitiva, no hay limites ni fronteras que nos impidan ser fieles a aquellos valores que fundaron tal elección.

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Nicolás Durrieu / Socio en Durrieu Abogados S.C.

Desde chico quise ser penalista, aunque quizás mis motivos no estaban tan definidos como lo son hoy, ya que uno va evolucionando a lo largo de su vida y carrera. Ahora entiendo al ejercicio de la abogacía de una manera más profunda, como función social, en la defensa del bien común a través de la defensa de intereses particulares.

La manera de trabajar de un penalista difiere sustancialmente de la de otros abogados, claro está, ¡porque estamos hablando de la libertad de las personas! Esta particularidad es la que me apasiona y llevó a seguir esta profesión. Tener una relación más cercana y humana con el cliente, llegando a veces a ser de psicólogo, e incluso, forjando una amistad. No puedo dejar de reconocer y agradecer a mi abuelo y padre -también penalistas-, en enseñarme esta profesión.

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Juan Pablo Fratantoni / Socio en O’Farrell

No recuerdo bien el motivo que me llevó a estudiar abogacía, pero sí sé que siempre me motivó la idea de poder ayudar a los demás con sus problemas. Podría haber sido médico o psicólogo, profesiones que alguna vez cruzaron mi mente cuando decidí a mis 17 años (muy joven por cierto) lo que haría el resto de mi vida, pero finalmente me decidí por abogacía considerando la amplia gama de posibilidades que me abriría a futuro. Justamente esa motivación es lo que me sigue atrayendo del derecho y de la práctica que realizo a diario como miembro del equipo de Derecho Corporativo de O’Farrell.
La posibilidad de asesorar legalmente a personas que comienzan un negocio, a socios interesados en perseguir un fin común, la ayuda personal que en ocasiones tengo la fortuna de dar a clientes, el desafío de que no haya un día que sea igual a otro, la posibilidad de formar a (y ser formado por) miembros del equipo con el que trabajo, la formación constante en temas conocidos y desconocidos y la ayuda a resolver disputas son, entre otras, las cosas que me motivan a diario y por las que ratifico, también a diario, mi decisión de haber elegido la abogacía como profesión.

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Karina A. Giriboni / Jefe de Asuntos Judiciales y Reclamos / DIRECTV Argentina

El “derecho de defensa”, unos de los fundamentales derechos y garantías en todas las ramas del Derecho fue el Principio impulsor que decidió mi elección por estudiar Abogacía, sin saber en los comienzos en cuál de esas ramas del Derecho se desarrollaría mi carrera, la que actualmente y desde hace 20 años la ejerzo como Abogada de Empresa.

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Gastón Gómez Buquerin / Socio en Bulló Abogados

Siempre me gustaron las ciencias sociales. Mi primer test vocacional aconsejó seguir periodismo, ciencias políticas o derecho.

Finalmente decidí ser abogado. Me interesaba y me interesa la abogacía porque nos conecta todo el tiempo con la idea de justicia y la posibilidad defender lo que creemos que es justo para nuestros representados.

Si bien es la carrera judicial la que en forma directa me podría haber puesto en una posición de resolver lo que es justo o no para quienes se someten a la jurisdicción, siempre creí que no tenía ni tengo las cualidades necesarias para ser Juez. 

Elegí entonces ser abogado y también elegí ejercer la profesión en forma conjunta con otras personas, empezando a trabajar –hace ya casi treinta años- en el Estudio Bulló donde hoy trabajo como socio.  Gracias a Dios, no me arrepiento de ninguna de mis decisiones. 

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Valeriano Guevara Lynch / Socio Administrador en Allende & Brea

Elegí ser abogado por el entusiasmo que me generaba producir un impacto positivo en la vida de otras personas. Es interesante reflexionar sobre esto más de 30 años luego de haber tomado esta decisión. Fue una decisión clara y no me tentaron otras alternativas, fui directo por ser abogado. Durante el colegio secundario había participado activamente en proyectos sociales que me dieron la pauta de que quería elegir una profesión que generara un cambio en la sociedad. Desde el primer año de la universidad tuve la oportunidad de trabajar primero en un juzgado penal, luego en un juzgado de familia y luego en Allende & Brea en temas comerciales. Valoro de la abogacía los amplios horizontes y la sólida formación general que nos brinda y nos permite cierta plasticidad para ejercer nuestra actividad en diferentes organizaciones y en temas muy variados.

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Martín I. Granero / Vicepresidente en elDial.com

De padres y abuelos abogados, elegí estudiar Derecho porque siempre me interesó las mil y un anécdotas que me contaban de los casos que habían tenido y de la fuerza que tiene la profesión cuando unís: servir a la gente, solucionar sus problemas, y por sobretodo, cuando, por fin, la búsqueda de la Verdad y la Justicia llegan. No hay momento más sublime de nuestra querida profesión que cuando tu cliente recibe el famoso “dar a cada uno lo suyo”. Para mí es un honor, un orgullo y un desafío ser abogado. Tenemos tanto por hacer, en conjunto con la Justicia, para lograr que toda la comunidad tienda al bien común. Sigamos construyendo puentes para que toda la humanidad tenga el acceso a la Justicia que se merece, haciendo conocer y valer todos sus derechos. Feliz día!

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Cecilia Lanús Ocampo / Directora de la Carrera de Abogacía UCEMA

Decidí  estudiar abogacía porque era una carrera que me permitiría desarrollar un abanico de posibilidades. Si bien de chica tenía una marcada inclinación hacia el sentido de justicia, en mi familia no había abogados, sí ingenieros. Vi que me daría conocimientos, herramientas, autonomía y libertad de llevar adelante lo que deseara, además de empoderarme como mujer.

Desde aquel 1986 en que terminé mi secundario y elegí ser abogada a hoy, el Derecho me permitió desarrollarme, crear y emprender desde lo personal, aportar en la empresa familiar, dar mis primeros pasos en procuración, profundizar en Derecho Empresario, estudiar Finanzas, llegar a ser abogado jefe en el BCRA, hacer consultoría independiente, publicar, dedicarme a la vida académica y dirigir la carrera de abogacía en la UCEMA. Como abogada, el desafío y gratificación más grande que se me presenta hoy es el de entrenar a futuros profesionales. Nuestra época representa un momento especialmente interesante para el derecho, donde la tecnología inserta en todos los órdenes de la vida, llama al abogado a innovar

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Leandro Matilla / Socio en Matilla Mingall Abogados

Deseo iniciar mi respuesta, reivindicando la pregunta que motiva esta iniciativa.

Es decir, no elegí solo estudiar o trabajar de abogado, lo que elegí es serlo. Me descubro a diario en actos cotidianos actuando, pensando, viviendo como abogado.

Elegí esta digna profesión, mucho antes de inscribirme en la facultad, convencido que el abogado cumple una función que va más allá, del ya relevante ejercicio profesional.

Es la abogacía un pilar que sostiene el estado de derecho, que resguarda las garantías constitucionales, por eso elegí ser abogado.

Cada mañana desde hace 26 años sigo eligiendo ser abogado.

Decía Kant: “ si la justicia se desvaneciera de la faz de la tierra, ya ni la vida misma podría ser vivida”.

Sigamos abogando para que no se desvanezca…

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Eduardo Mujica / Socio en Abeledo Gottheil Abogados

Provengo de una familia de padre abogado y madre escribana. Ello me permitió desde chico conocer la profesión y nutrirme de conocimientos técnicos, gracias a tener al alcance una biblioteca con libros jurídicos. Me fui apasionando a medida que descubría en la abogacía una herramienta importantísima para defender los derechos de las personas, en procura de una convivencia armónica en sociedad. Durante el colegio secundario experimenté la lucha por la vuelta a la democracia y aprendí la importancia de vivir en un Estado de derecho. Ello despertó mi vocación por la defensa de los derechos de los particulares y las libertades individuales frente a los avances del Estado. Abracé esta profesión con la ilusión de poder efectuar un aporte a la construcción de una sociedad justa e igualitaria.

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Hernán Munilla Lacasa / Socio en Munilla Lacasa, Salaber & de Palacios

Cuando apenas aprendí a escribir, aproximadamente a los 7 años, redacté mi primera “denuncia penal”. Los protagonistas eran los personajes de la época. Se entremezclaban, a los tiros, el presidente Onganía y Johnny Weismüller. Intervenían otros famosos tan parecidos entre sí como esta improbable dupla. Sí, por supuesto, absolutamente en blanco y negro. Hoy lo recuerdo con una sonrisa y con enorme satisfacción, porque han pasado muchos años y jamás, ni por un instante, tuve la más mínima duda de lo que quería hacer con mi vida. Soy abogado penalista desde los 7 años, aunque lamentablemente no mantengo las mismas fantasías.

¿A qué se debió? Seguramente debido a la influencia, en proporciones indeterminables, de lo que llevaba adentro y del ambiente que me rodeaba. Mi padre, mis abuelos, todos mis tíos, de ambos lados, eran o bien jueces en lo penal o abogados penalistas.

Si elegir implica un discernimiento, que puede ser más o menos elaborado, a partir de dos o más alternativas presumiblemente semejantes, que requiere cierta madurez en el juicio, entonces no me cabe la menor duda de que nunca “elegí” ser abogado. La elección fue al revés. Yo simplemente me dejé llevar.

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Matías Noetinger / Socio en Noetinger & Armando Abogados

Cuando yo era chico, mi padre tuvo un caso que involucraba unas copias de los juegos y consola ATARI, y convocó a un amigo mío a jugar con los juegos ante el juez para demostrar la infracción. Creo que fue ese el momento en el que supe que quería ser abogado, y que además quería dedicarme a la Propiedad Intelectual. Ser parte de esta especialidad que, en verdad, es apasionante porque combina el derecho con la innovación y la creatividad, los negocios y el mundo empresario, como ninguna otra. 

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Santiago R. O'Conor / Socio en O'Conor & Power

La pregunta es muy interesante y creo que solamente se contesta luego de haber ejercido varios años de profesión.Con ya más de treinta años de ejercicio, uno no deja de entusiasmarse y de agradecer haber elegido tan rica actividad, que da satisfacciones diariamente, tanto en lo profesional como en lo personal. En mi caso particular, soy el primer abogado en la familia; sin embargo creo que el carácter emprendedor de mi padre, que fuera académico en cirugía plástica, con un trato contenedor a sus pacientes, y la paciencia y afabilidad de mi madre canadiense, me marcaron en elegir una profesión en el que el trato con personas y el acompañar sus proyectos son una prioridad diaria. Empecé trabajando como estudiante en el estudio Goytia y Cia, para luego ya recibido pasar a tener mi primer empleo como abogado en Baker & McKenzie. Posteriormente ingresé al hoy estudio Marval O’Farrell & Mairal en el que trabajé durante 23 años, 15 de los cuales como socio, y desde hace 9 años soy socio activo del estudio O’Conor & Power -Abogados-Propiedad Industrial.En este mundo en el que la tecnología parece ser la reina y a merecedora de todas las virtudes, entiendo que los abogados no debemos nunca olvidar que la cultura, la curiosidad intelectual, y el trato personal con el cliente deben superar y acompañar y enaltecer nuestro diario actuar.

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Juan Carlos Ojam / Socio en Ojam Bullrich Flanzbaum

Decidí ser abogado en un contexto político y social difícil de comprender para los que no lo vivieron.

Egresé del colegio en 1984, con la democracia recién recuperada y con ella, descubrí la Constitución Nacional. En mi colegio, un gran profesor de Educación Cívica hizo que me enamore de la misma y lo que ella representaba, por eso mi primer amor fue el derecho constitucional.

El rector de mi colegio era abogado, yo lo admiraba profundamente, y vengo de una familia de abogados y jueces, por lo que todo confluyó en mi decisión.

Entré en 1985 a la UCA, donde tuve grandes profesores, pero especialmente a un gran constitucionalista como Néstor Sagues.

Mi amor por el derecho constitucional, siempre estuvo presente, pero promediando la carrera, empecé a trabajar en un estudio de abogados especializado en propiedad industrial e intelectual y me apasionó. El contacto con la realidad del mercado, la diversidad de temas y la defensa del derecho de propiedad, de los creadores y emprendedores me atrapó por completo.

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Gustavo Papeschi / Socio en Beccar Varela

En un primer momento, la decisión fue una cuestión de “inercia familiar”: varios miembros de mi familia eran abogados, incluyendo a mi hermano mayor, quien ya cursaba la carrera. Aunque con cierto temor inicial sobre mi verdadero interés -el cual fue contrarrestado por el resultado de un test vocacional que señaló como única orientación las leyes-, comencé mi carrera. Ya en los primeros días de cursada descubrí cómo el derecho en sus distintas ramas abarcaba todas las relaciones humanas en tanto elemento cohesivo fundamental de la sociedad. Más allá de su amplitud, fue allí donde nació mi verdadero interés por el mundo jurídico y por las distintas concepciones del verdadero significado de justicia, motivación que continúa firme hasta el día de hoy.

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Erica Pedruzzi / Directora de la Maestría en Derecho Empresario en Universidad de San Andrés

La abogacía estuvo presente en mi vida desde mi infancia porque es la profesión de mi madre. En la mesa familiar solían compartirse a diario detalles de casos, anécdotas de audiencias y fallos judiciales, por lo cual la vocación legal se despertó en mí muy temprano. Mi curiosidad por saber más sobre esos casos fue dejando paso a la elección casi natural de estudiar abogacía, ya que sentía que como abogada tendría las herramientas necesarias para colaborar con la creación de un entorno más justo y más ético.  Pude comprobar con los años que esa percepción era acertada y, décadas después, mi formación legal me permitió orientar mi carrera hacia la integridad y el compliance, disciplina en la cual se centra actualmente mi ejercicio de la abogacía, junto con la actividad académica.

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Ramiro Salvochea / Director Maestría en Derecho Empresario Eseade

¿Por qué decidí ser abogado?

Si bien siempre fue algo que me tiró fuerte, por ser hijo de abogado, al principio me resistía a la idea. Sin embargo, siempre me gustó solucionar problemas.

Soy bueno escuchando, y creativo en las soluciones, por lo que me encontré con que la gente me buscaba en busca de consejo, apoyo, o alguna salida para sus problemas.

Por otro lado, siempre me gustó la filosofía, y mantuve un sentido de la justicia muy fuerte. Particularmente, en pos de la defensa de las libertades individuales.

Por todo esto, y por mi amor a la organización, me hice abogado de empresa. La práctica me lleva hoy a trabajar con directorios de compañías, y con propietarios de empresas familiares, en la búsqueda de soluciones creativas para ayudarlos a lograr una convivencia ordenada y armónica.

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Silvana Stochetti / Fundadora y CEO de Legalify

Desde chica tuve muy claro que quería lograr un título universitario que me permitiera, al menos en parte, mitigar los problemas que afectan a la sociedad.

Es por ello que el lograr ser abogado tiene mucho que ver con la idea de servir a esa problemática, y considero que es un valor que los profesionales del derecho –sin importar el rol que ejerzan- no deben perder de vista jamás.

Por otro lado, es una profesión muy versátil que permite trabajar de manera independiente, ser parte de una gran multinacional, trabajar en para el Estado, en el poder judicial, en una ONG, entre otras opciones; además de formar parte de equipos interdisciplinarios.

Hoy puedo decir que no me equivoqué al seguir mi vocación y elegir esta carrera que, además, me permitió hacer realidad un sueño al fundar Legalify que es una startup legaltech con lucro consciente, ya que conecta abogados con clientes superando obstáculos sociales, culturales, económicos y geográficos.

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Cecilia Tuccillo / Asociada en Dentons - Rattagan Macchiavello Arocena

Empecé Abogacía con el fin de convertirme en una periodista política o de investigación con una formación más sólida. No tenía una idea muy clara de la profesión jurídica; lo que sí sabía era que me gustaba leer y escribir, escuchar, analizar temas en detalle y aconsejar. A mitad de la carrera, arranqué a trabajar en tareas de procuración para un estudio jurídico y empecé a entender un poco más sobre el rol del abogado como un intermediario al servicio de los demás. Unos años después estudié periodismo para no quedarme con cuentas pendientes, pero a esa altura ya sabía que mis planes habían cambiado. Al final, decidí volver a ejercer la profesión jurídica por ese gusto por analizar y resolver problemas, comunicar y negociar soluciones, y por esa grata sensación que a una le queda cuando sabe que aportó a que otra persona, familia o negocio esté mejor.

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Hugo Vivot / Socio en Hope, Duggan & Silva

En mi caso particular, quizás por la edad, me gustaban muchas carreras, pero en el “fondo” sabía que quería ser abogado Me gustaba ayudar a la gente a solucionar sus problemas, argumentar y defender mis ideas.  Además, mis padres no querían influir en mi decisión.

Recuerdo que un día me invitó a comer Juan Ramón Estrada un reconocido administrativista y una gran persona que, además, era el padre de un muy amigo mío. 

Juan Ramón era muy observador y me advirtió sobre una serie de cualidades que entendía que yo reunía para ser un buen abogado; es más, recuerdo que incluso me sugirió en qué universidad debía estudiar.  Esas cosas que uno las sabe, pero seguramente por la edad necesitaba que alguien me las confirme.  Fue él, mi  principal impulsor y padrino en los primeros años de mi carrera.

Con el tiempo, comprobé que tenía razón.

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